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Determinantes qué son

by | Nov 13, 2021 | Gramática

Los determinantes, qué son

Así se llama a las palabras variables que delimitan o definen el significado de los sustantivos o elementos sustantivados, concordando en género y número con ellos.

Son determinantes:

Los artículos definidos (el, la, los, las, lo) y los indefinidos (un, una, uno, unas).

Los adjetivos determinativos (números cardinales –cero, uno, veinte, cien/to, mil/un millar, millón…– y ordinales –primero, segundo, undécimo, vigésimo…–; posesivos –mi, nuestra, tu, tuya, su, suyo…–; demostrativos –este, esta, esa, aquellos…– o indefinidos –uno, escasas, alguna, demasiado, todo, muchos, varios…–).

Otros determinantes son exclamativos (¡Qué, cuánta…!), interrogativos (¿qué, cuántos, cuáles…?) o relativos (cuanto).

Tipos de determinantes

Definidos e indefinidos. En los definidos la situación de los sustantivos es identificable por los interlocutores a partir de los artículos o adjetivos (el camión, esta camisa, su bolígrafo); y en los indefinidos, no de manera específica (un camión, una camisa, unos bolígrafos) e incluyen a las cantidades indeterminadas (“Vinieron bastantes niños”).

Demostrativos. Señalan un sustantivo y lo identifican en función de la distancia espacial o temporal que lo separa del hablante (esta camisa, esa/aquella camisa).

Exclamativos e interrogativos. Permiten construir expresiones exclamativasQué idea! ¡Qué cosas dices!) o interrogativas (¿A qué hora? ¿Qué libro te gustó más?).

Relativos. Desempeñan una función sintáctica en la oración subordinada que introducen y tienen antecedente expreso o implícito (“Resolverá cuantas dudas surjan”).

También hay verbos que toman la función de determinantes, al regir a otros formando oración con ellos. Ejemplo: Quiero (determinante) venir (determinado)”.

Dudas más comunes

En cuanto a concordancia, si el sustantivo es masculino, la normativa recomienda que el artículo también lo sea. Esto aplica a numerales o números cardinales como miles, cientos/centenares o millones (“los miles de personas”, “unos centenares de mujeres”, “esos millones de denuncias”); sin embargo, cuando un sustantivo determinado por estos numerales es femenino y lo acompaña un adjetivo, la concordancia puede ser tanto en masculino si modifica al numeral (“los miles de personas reprimidas”) como en femenino si modifica al sustantivo (“las miles de personas reprimidas/hectáreas arrasadas/casas construidas, camisas planchadas…”).

Hay que evitar la omisión indebida de los artículos. Ejemplo: “El tumor ya ha provocado metástasis en el hígado y [en] el pulmón”).

Cuando no es necesario, el artículo indefinido debe suprimirse (“Juan es un albañil”, “Mi novio tiene un cierto parecido con…”).

En ciertos casos el posesivo de tercera persona “su” puede ser sustituido (“Se limpió [las] sus manos con [el] su pañuelo”) o, en construcciones con el adjetivo “mismo”, sustituirlo (“Se convocó a los representantes y a [sus] las familias de los mismos”. Y ante ambigüedades, se recomienda un cambio de redacción o de orden (“El arquitecto habló [de su proyecto] con los coordinadores de su proyecto”). 

Los posesivos pueden complementar a sustantivos u otras palabras, como en “de parte suya”, “en contra mía”, pero no ser determinantes o adyacentes de adverbios o locuciones adverbiales (“detrás nuestro”/“detrás de nosotros”, “encima mío”/“encima de mí”, “delante suyo”/“delante de él/ella”).

La palabra “sendos” es un determinante distributivo y no significa “ambos” sino “cada uno” (“Maradona y Pelé metieron sendos goles desde la media cancha”), por lo que es incompatible con cualquier otro determinante.

Imagen: pexels-Jasmine Carter, Bess Hamiti. Fuentes: Diccionario RAE, Fundéu, Guía práctica del español, Universidad de Cataluña.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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