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by | Oct 9, 2022 | Gramática

Perífrasis verbal

Es la unión de dos verbos, uno auxiliar y otro principal, que fungen como núcleo del predicado.

La construcción básica de la perífrasis es

Verbo auxiliar conjugado (aporta la información gramatical de tiempo, género y número) + un nexo (una preposición o una conjunción que) opcional + un verbo principal en infinitivo, gerundio o participio.

Ejemplo: Tenemos (verbo auxiliar) que (nexo) ir (verbo principal) a casa” / “Voy (verbo auxiliar) a (preposición) comprar (verbo principal) los libros”.

El verbo auxiliar pierde su significado original y el verbo principal lo aporta.

Ejemplo: “Sergio se cayó y anda cojeando desde ayer” (andar, el verbo auxiliar, no pierde su significado de caminar, por lo que no es una perífrasis verbal). “Sergio está desempleado y anda buscando trabajo” (andar aquí sí pierde su significado original; hay perífrasis).

El verbo principal no es complemento del auxiliar: “El niño se puso a llorar” (en cuanto a significado, llorar no complementa a poner).

Las perífrasis otorgan matices de significado distintos de las conjugaciones verbales comunes: Va a salir” no es lo mismo que saldrá / O “María se puso a temblar” que “María tembló” / Tampoco “Deben de ser unos cien” y “Serán unos cien”.

En ocasiones a la estructura se suma un pronombre clítico (“El señor de la otra calle se puso a insultarnos”).

Hay dos tipos de perífrasis principales:

Modales (de modo, la actitud del hablante respecto de la acción verbal).

De obligación (tener que, deber, haber de + infinitivo). Ejemplos: Tengo que ir”, “Tienes que comer más verdura”, “Debo beber menos”, “¡Debes ser médico!”, “Debe llegar puntual al trabajo”, “Debía recuperar”, “He de esforzarme”, “Tengo que comer porque ya es tarde”.

De suposición o duda (deber de + infinitivo). Ejemplos: “Deben de ser las diez”, “Ese auto debe de ser caro”, “Debe de aportar para los gastos”.

De posibilidad (poder, querer –atmosférico– + infinitivo). Ejemplos: Puede llegar en cualquier momento”, “Hoy quiere llover”.

Aspectuales (de aspecto, en qué fase se desarrolla la acción verbal).

Ingresiva, si la acción va a comenzar (ir a, estar a punto de + infinitivo). Ejemplos: Voy a salir”, “Ella va a cantar”, “Está a punto de llover”.

Incoativa, si la acción se expresa en el momento en que empieza (ponerse a, comenzar a, echarse a + infinitivo). Ejemplos: “Se puso a llorar”, “Comenzó a saltar”, “Se echó a reír”,  

Reiterativa, una acción que se repite (volver a, soler + infinitivo). Ejemplos:Volvió a decirlo”, “Suele llegar temprano a su trabajo”, “He vuelto a leer tu novela”.

Durativa, la acción está en proceso (estar, seguir, venir, llevar, andar + gerundio). Ejemplos:Estamos estudiando”, “Sigue nevando”, “Vengo observando tu actitud”, “Lleva corriendo / quejándose dos horas”, “Anda pensando qué decir”.

Terminativa, si la acción ya ha finalizado (dejar, llevar, tener, acabar + participio). Ejemplos: “Ricardo ha dejado de ir a clases”, “Lleva visitadas tres casas”, “Ya tengo decidido lo que voy a hacer”, “He acabado de escribir”. Con infinitivo: Llegamos a ser buenos amigos”, “Acabo de hablar por teléfono con mi hermano”.  

Diferencias entre perífrasis verbal y locución verbal

Locución es una unidad de dos o más palabras que funcionan como una categoría gramatical. A diferencia de las perífrasis verbales, las locuciones verbales son expresiones ya fijas, equivalen a una sola idea, no tienen un verbo principal y auxiliar, no hay jerarquía de significados, y tampoco pérdida de matices.

Las locuciones verbales (su función sintáctica es ser núcleo verbal) pueden tener un verbo o dos, y ser sustituidas por otro equivalente.

Con un verbo: “Caer en la cuenta” (entender), “Echar de menos” (extrañar), “Echar en cara” (reprochar), “Darme cuenta” (comprender), “Tener en cuenta” (considerar), “Hacer añicos” (despedazar, romper, destrozar), “Hacer caso” (escuchar, obedecer).

Ejemplo: “La jefa echó en cara la falta de compromiso de su equipo”, “El padre tuvo en cuenta la opinión de su hijo”, “Hizo añicos la ventana con la pelota”.

Con dos verbos y un nexo (son las que pueden confundirse con las perífrasis verbales): “Echar a perder” (estropear), “Dar a conocer” (mostrar), “Dar a entender” (insinuar).

Una manera de diferenciarlas de las perífrasis, es que las locuciones verbales pueden ser sustituidas por un sintagma nominal o pronombre. Ejemplo: Quiere bailar” / Quiere un baile / Lo quiere. “Deseaba enfrentarse” / Deseaba un enfrentamiento, eso, algo / Lo deseaba.

Una perífrasis verbal no lo permite: “Puede bailar” / Puede un baile / Lo puede.

También, al intentar reemplazar una perífrasis por un verbo hay una pérdida en el significado de la expresión. No es lo mismo, como se ha señalado párrafos arriba, “El niño empezó a llorar” que “El niño llora”. En la locución no hay ninguna pérdida.

Al ser fijas, las locuciones no aceptan modificaciones: se dice “echar a perder”, no “echar a ganar”, por ejemplo. Las perífrasis sí cambian, como en “debo hablar” y “debo callar”.

Hay locuciones que tienen origen perifrástico pero han derivado en locuciones fosilizadas, como “dejarse caer”.

Imágenes: pexels-pixabay, pexels-cottonbro.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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