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Gramática

Ortografía

Redacción

by | May 28, 2022 | Gramática

Superlativos

Estas palabras, que derivan sobre todo de adjetivos, expresan el nivel más alto que puede tener un significado.

Un primer modo de construirlos es unir los sufijos ísimo/a a un adjetivo calificativo. Ejemplos: el superlativo de bella es bellísima; grande, grandísimo/a; amable, amabilísimo/a; raro, rarísimo/a; fuerte, fortísimo; útil, utilísimo; notable, notabilísimo; amiga, amiguísima; joven, jovencísimo/a; bueno, bonísimo, buenísimo; mayor, mayorcísimo; rico, riquísimo; nuevo, novísimo, nuevísimo; feroz, ferocísimo; cursi, cursilísimo; sucio, sucísimo; cierto, certísimo, ciertísimo; serio, serísimo; exiguo, exigüísimo; reciente, recentísimo, recientísimo; frío, friísimo; tierno, ternísimo, tiernísimo; caliente, calientísimo; sabio, sapientísimo; lejos, lejísimos

Otros sufijos contenidos en superlativos cultos que proceden directamente del latín son érrimo/ma: célebre, celebérrimo; libre, libérrimo; mísero, misérrimo; íntegro, integérrimo; negro, nigérrimo; salubre, salubérrimo

Algunos superlativos tienen ambos sufijos, como en los casos de pobre, paupérrimo, pobrísimo; áspero, aspérrimo, asperísimo; pulcro, pulquérrimo, pulcrísimo

Un segundo modo de construirlos es anteponiendo la forma apocopada muy del adverbio mucho a adjetivos (muy grave, muy temible, muy grande (no muy grandísimo, es una redundancia), muy rápido, muy alta, muy feliz, muy bonito, muy mal/pésimamente –este adverbio otorga un matiz enfático especial con el significado ‘de la peor manera posible’–) o adverbios (muy cerca, muy bien, muy detrás, muy temprano/tempranísimo; muy pronto, muy tarde).

Hay adjetivos con un significado en sí mismos equivalente a un superlativo que no admiten su combinación con otras marcas de grado, por ejemplo diminuto (extremadamente pequeño), perfecto (sin embargo, se usa en superlativo con intención enfática o expresiva, como en “su especial y perfectísimo modo de caminar”), pésimo (que no puede ser peor/pesimísimo, muy pésimo), colosal (enorme, de dimensiones extraordinarias), gigantesco (muy sobresaliente), óptimo (que no puede ser mejor), precioso (muy bello o hermoso), horrible (muy malo, muy feo, muy intenso), excelente (que sobresale por sus óptimas cualidades), genial (sobresaliente, extremado, magnífico), estupendo (muy bueno), fatal (absolutamente mal), único (extraordinario, excelente), correcto (libre de errores o defectos, conforme a las reglas).

Los prefijos super, extra, hiper, añaden valor superlativo a sustantivos (hiperactividad, hipertensión), adjetivos (superútil, superamable, superliviano, superfino, superreservado / extralargo, extrafino, extraplano / hipercrítico, hipersensible) o adverbios (superbién).

En el habla popular se suelen utilizar otros prefijos como requete (requeteguapa) o archi (archiconocido).

A veces se añade a los adjetivos un adverbio: extraordinariamente (adverbio) inteligente (adjetivo) / verdaderamente impresionante / increíblemente bella / bien grande / horriblemente difícil / sumamente bueno / sumamente malo…  

Otros superlativos, llamados relativos, expresan en el enunciado una comparación de superioridad o inferioridad (destacan una característica dentro de un grupo). Ejemplos: “La ciudad más poblada del mundo”, “Mi hija es la mejor patinadora del equipo”, “El más lento de los autos”, “Es la alumna más inteligente de la clase”.

También el superlativo aplica en algunos adverbios (cerca, cerquísima) o sustantivos con intención de enaltecer (campeón, campeonísimo).

Imágenes: pexels-pixabay, pexels-ketut-subiyanto, pexels-rocketmann-team, pexels-ekaterina bolovtsova. Fuentes: Diccionario Panhispánico de Dudas, Fundéu RAE, RAEConsultas.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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