Los textos bien corregidos siempre ayudan a cualquier propósito, y un buen comienzo es estar en el lugar correcto.

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Consejos básicos para redactar

by | Dic 23, 2020 | Escritura y redacción

Consejos básicos para redactar

En los últimos cinco siglos, con el surgimiento de la imprenta, el lenguaje escrito adquirió trascendencia –la aparición de la escritura cuneiforme en Sumeria ya había marcado el inicio de la Historia, hace más de 5,000 años–, pero en la actualidad con el alcance de las redes sociales y el incremento de la población escribimos en mayor cantidad, y más ojos están pendientes de cómo lo hacemos.

La escritura ha dejado de ser una actividad casi exclusiva de los medios impresos (periódicos, revistas, obras literarias) o entornos profesionales y académicos, para convertirse en una acción cotidiana de amplios sectores de la sociedad, desde escribir mensajes de texto a blogs, pasando por tuits, correos electrónicos, anuncios de la mercadotecnia digital y las opiniones que se emiten en la red como reacción a hechos noticiosos.

En todo momento millones de dedos están sobre los teclados de teléfonos inteligentes o computadoras. Sí, somos más audiovisuales –la disponibilidad de videos o imágenes fotográficas que se acumulan en las distintas plataformas–, pero también, como hemos señalado, mayor número de personas escriben.

Requisitos de un buen escrito

  • Brevedad. Esto aplica cuando en lugar de diez palabras es posible sustituirlas por cinco para decir algo, lo mismo con las oraciones y los párrafos –un párrafo debería expresar una sola idea, o un aspecto de ella si es compleja–. Los textos largos, extensos, diluyen el interés del lector, a menos que estén bien redactados y el tema sea –o lo hagamos al escribir– interesante. Las ideas deben fluir únicamente con los vocablos indispensables.
  • Sencillez. Debemos evitar los términos rebuscados y emplear palabras entendibles para el público promedio; el lector no debe verse obligado a consultar cada vez un diccionario. La idea debe fluir de modo natural, clara, sencilla, breve y precisa. En caso de escritos enfocados a un sector profesional específico es necesario, por supuesto, dominar los conceptos.
  • Claridad. Si lo que se busca transmitir no se entiende en algún renglón, el lector ahí se quedará. Por eso es necesario tener orden en las oraciones, una idea hilada a otra, con un vocabulario sencillo, además de aplicar las reglas de acentuación y el correcto uso de los signos de puntuación     
  • Precisión. ¿Qué se quiere decir? Es esencial tener claras las ideas que se desean expresar. Para trasladarlas a un texto es necesario conocer los vicios comunes del lenguaje escrito a fin de no caer en ellos y dificulten su comprensión. Aquí se vale acudir al diccionario para usar las palabras más específicas al tema.
  • Revisar lo escrito. Una vez terminado, el autor puede ser su primer lector, a fin de comprobar que el propósito del texto se cumple, sin embargo para esta tarea también existen los correctores de estilo, profesionales que con su mirada fresca y conocimientos tienen la eficacia para garantizar cualquier obra literaria, periodística, académica o comercial.

Imágenes: cottonbro, pexels-cottonbro.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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¿Necesitas mejorar un escrito?

¿Necesitas mejorar un escrito? ¿Que un experto revise tu tesis, una novela, el libro que terminaste, una revista, tu publicación, suplementos? El corrector de estilo no sólo detecta errores y faltas de ortografía; añade valor al texto para que cualquier mensaje cumpla su cometido: comunique ideas, emocione con historias, informe al lector o cautive a un determinado público.

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