Los textos bien corregidos siempre ayudan a cualquier propósito, y un buen comienzo es estar en el lugar correcto.

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Ortografía

Redacción

by | Ene 16, 2021 | Ortografía

Comillas y el modo de utilizarlas

Hay tres tipos de comillas y tienen la función de enmarcar la reproducción de citas textuales. La Real Academia recomienda su uso en el orden siguiente en textos impresos que requieren distintos niveles de comillas. Las españolas, latinas o angulares (« ») primero: Ya no te puedo decir «mi corazón» porque he dejado de sentir amor por ti. Después las inglesas (“ ”): «Ya no te puedo decir “mi corazón” porque he dejado de sentir amor por ti». Y al último las simples (‘ ’): «Ella le respondió: “Ya no te puedo decir ‘mi corazón’ porque he dejado de sentir amor”».

Este orden aplica sobre todo en escritos literarios, pues en los periodísticos es más frecuente el uso de las comillas inglesas (“ ”) y simples (‘ ’) debido a que las frases son menos complejas. Al entrecomillar una frase o una sola palabra suelen emplearse mayormente las comillas inglesas, como en los siguientes casos:

Al señalar el sentido especial de una palabra o expresión –una intención irónica, un vulgarismo escrito a propósito, una palabra inventada o un extranjerismo (este último en lugar de cursivas)–. Ejemplos: El ladrón “voló” al escuchar la sirena de la policía; Sí, claro, es “muy simpático” o Dale un “like” (o like) a mi publicación. O cuando se comenta un término desde el punto de vista lingüístico. Ejemplo: La palabra “aguda” es una palabra grave y no lleva tilde.

Pueden enmarcar títulos de artículos, poemas, reportajes, capítulos, cuentos, canciones, etc., si se mencionan junto con una publicación (ésta iría en cursivas o itálicas). Ejemplos: “La biblioteca de Babel” es un relato del libro Ficciones. O “Super Freak” formó parte del álbum de 1982 Street Songs.

También los nombres de leyes, programas, asignaturas, proyectos… llevan comillas. Ejemplo: El curso “Lingüística aplicada a la enseñanza del español como lengua extranjera” comenzará el próximo mes. O de ponencias, discursos, exposiciones o apodos o alias. Ejemplo: Ignacio Ramírez, “el Nigromante”, fue poeta, periodista y político.

En citas textuales de varios párrafos, el primero se abre con comillas pero no se cierra; los siguientes también, hasta el último, el cual sí se cierra. En la tipografía de libros también suele usarse un sangrado mayor y un puntaje menor o en cursiva para los párrafos de la cita.

¿Comillas antes o después del punto?

En una cita textual, excepto si hay una abreviatura, el punto, la coma, el punto y coma y los dos puntos siempre se escriben fuera de las comillas de cierre. Ejemplos: Ya lo dice el refrán: “Más vale llegar a tiempo que ser invitado”. “Por fin vencimos a la pandemia”, celebró el jefe de Epidemiología. Dijo: “No lo haré”; pero al final fue el que más ayudó. En el caso de las citas célebres, en ocasiones se presentan con el punto dentro de las comillas de cierre, sin embargo, la norma académica del español establece que toda frase debe acabar con un punto o un signo que lo contenga (?, !, …). Ejemplo: “Sólo sé que no sé nada”. Sócrates.

Cuando el texto dentro de las comillas tiene una puntuación independiente, lleva sus propios signos ortográficos. Ejemplos: “¡Qué ganas tengo de ir a un parque!”, exclamó. “Si pudiera decirle lo que realmente siento…”, se dijo para sí mismo. O “¿Adónde crees que vas?”.

Si en un texto entrecomillado se intercala un comentario o aclaración, debe hacerse entre rayas. Ejemplo: “Revisen bien su lista de útiles –insistió el maestro– porque todos deben tener sus lápices, escuadras, sacapuntas, cuadernos, etc.”.

Cuando cambiamos una cita directa a manera indirecta se debe respetar la correlación de tiempos verbales o los cambios en determinados pronombres o adverbios, y ello puede o no llevar comillas. Ejemplos: Mi madre nos recomendó: “No salgan a la calle sin abrigo”. Mi madre siempre recomienda, aunque no haga tanto frío, “no salgan a la calle sin abrigo”. O Mi madre nos recomendó que no saliéramos a la calle sin abrigo.

En una llamada de nota, si afecta a todo el texto ésta debe colocarse entre las comillas de cierre y el punto. Ejemplo: “En el mundo más de 585 millones de personas hablamos español”1. Si hace referencia sólo a la última palabra del texto entrecomillado, se coloca antes de las comillas de cierre. Ejemplo: “Los signos de puntuación son signos ortográficos1”.

Las comillas simples se usan para expresar el significado de una palabra o expresión. Ejemplo: Chocolate deriva del náhuatl “xocoatl”, de xoco ‘amargo’ y atl ‘agua’.

Imágenes: pexels-pixabay, Mark Angelo, Olia Danilevich. Fuentes: Diccionario panhispánico de dudas (2005), Fundación del Español Urgente.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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¿Necesitas mejorar un escrito? ¿Que un experto revise tu tesis, una novela, el libro que terminaste, una revista, tu publicación, suplementos? El corrector de estilo no sólo detecta errores y faltas de ortografía; añade valor al texto para que cualquier mensaje cumpla su cometido: comunique ideas, emocione con historias, informe al lector o cautive a un determinado público.

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