Los textos bien corregidos siempre ayudan a cualquier propósito, y un buen comienzo es estar en el lugar correcto.

Gramática

Ortografía

Redacción

by | Nov 10, 2020 | Escritura y redacción

Importancia de la buena redacción y la corrección profesional de textos

Aunque hoy día estamos inmersos en un mundo cada vez más audiovisual y dedicamos menos tiempo a leer textos mayores a tres cuartillas, el lenguaje escrito ha sido en los últimos siglos el vehículo por el que las ideas han trascendido a las generaciones para conformar la memoria de la humanidad.

Desde la protoescritura cuneiforme impresa con estiletes de junco o hueso sobre arcilla blanda de los sumerios en Mesopotamia hace más de 5,000 años –la mayoría de esas tabletas cabían en la palma de la mano pues eran, curiosamente, del tamaño de un teléfono inteligente actual–, la contabilidad, el registro administrativo y las ciencias pudieron desarrollarse con los sistemas de escritura.

Es decir, la palabra escrita, aun cuando las herramientas tecnológicas evolucionen y se diversifiquen –una hoja de papel y una pantalla táctil, por ejemplo–, seguirá siendo por mucho tiempo más el elemento esencial para la transmisión del conocimiento, las ideas o la narrativa.

Por eso es muy importante el escribir o redactar bien, y en esa tarea –como la de los antiguos anagnostes, quienes en el mundo grecolatino, mucho antes del surgimiento de la imprenta, revisaban las copias originales elaboradas por los escribas enriqueciéndolas con notas críticas– el trabajo del corrector de estilo es indispensable para garantizarlo.

La corrección de estilo en la era digital

En la actualidad, con la migración de los medios impresos al mercado digital, el auge del comercio electrónico y el protagonismo cada vez mayor de las redes sociales –sustentadas en el video y el audio, pero también en un uso del lenguaje escrito que adquiere características más persuasivas, enfocadas y de mayor alcance– hay una interacción más directa e inmediata del público respecto de los diversos productos, en especial los escritos. Tal respuesta repercute en el resto de la comunidad de consumidores y ello a su vez en la imagen y prestigio de marcas incluso no editoriales.

En otras palabras, un error publicado es hoy mucho más visible y genera una reacción más sonora en la sociedad.

Evitarlo es sólo una parte del valor que los correctores de textos añaden a los escritos ya sea informativos, académicos, literarios o publicitarios. Con su trabajo contribuyen a facilitar una más intensa comunicación en la sociedad, más libre y, como se ha comprobado, más bidireccional.

En su labor, el corrector profesional está obligado a conectarse con la mente del autor de un texto –y esto sólo se logra con la experiencia ayudándole –siempre respetando su estilo o manera de expresarsea obtener una mejor versión de su escrito para que alcance su propósito. Debe sumergirse en la obra o el artículo a fin de hacer más ágil, eficaz y disfrutable la lectura para el público. Ello requiere de empatía, amplia cultura y conocimiento de la técnica.

Además, en el día a día, un texto realizado con limpieza siempre es una excelente carta de presentación.

Imágenes: Pexels-pixabay, RODNAE Productions.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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¿Necesitas mejorar un escrito?

¿Necesitas mejorar un escrito? ¿Que un experto revise tu tesis, una novela, el libro que terminaste, una revista, tu publicación, suplementos? El corrector de estilo no sólo detecta errores y faltas de ortografía; añade valor al texto para que cualquier mensaje cumpla su cometido: comunique ideas, emocione con historias, informe al lector o cautive a un determinado público.

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