Estas palabras, que derivan sobre todo de adjetivos, expresan el nivel más alto que puede tener un significado.
Un primer modo de construirlos es unir los sufijos ísimo/a a un adjetivo calificativo. Ejemplos: el superlativo de bella es bellísima; grande, grandísimo/a; amable, amabilísimo/a; raro, rarísimo/a; fuerte, fortísimo; útil, utilísimo; notable, notabilísimo; amiga, amiguísima; joven, jovencísimo/a; bueno, bonísimo, buenísimo; mayor, mayorcísimo; rico, riquísimo; nuevo, novísimo, nuevísimo; feroz, ferocísimo; cursi, cursilísimo; sucio, sucísimo; cierto, certísimo, ciertísimo; serio, serísimo; exiguo, exigüísimo; reciente, recentísimo, recientísimo; frío, friísimo; tierno, ternísimo, tiernísimo; caliente, calientísimo; sabio, sapientísimo; lejos, lejísimos…
Otros sufijos contenidos en superlativos cultos que proceden directamente del latín son érrimo/ma: célebre, celebérrimo; libre, libérrimo; mísero, misérrimo; íntegro, integérrimo; negro, nigérrimo; salubre, salubérrimo…
Algunos superlativos tienen ambos sufijos, como en los casos de pobre, paupérrimo, pobrísimo; áspero, aspérrimo, asperísimo; pulcro, pulquérrimo, pulcrísimo…

Un segundo modo de construirlos es anteponiendo la forma apocopada muy del adverbio mucho a adjetivos (muy grave, muy temible, muy grande (no muy grandísimo, es una redundancia), muy rápido, muy alta, muy feliz, muy bonito, muy mal/pésimamente –este adverbio otorga un matiz enfático especial con el significado ‘de la peor manera posible’–) o adverbios (muy cerca, muy bien, muy detrás, muy temprano/tempranísimo; muy pronto, muy tarde).
Hay adjetivos con un significado en sí mismos equivalente a un superlativo que no admiten su combinación con otras marcas de grado, por ejemplo diminuto (extremadamente pequeño), perfecto (sin embargo, se usa en superlativo con intención enfática o expresiva, como en “su especial y perfectísimo modo de caminar”), pésimo (que no puede ser peor/pesimísimo, muy pésimo), colosal (enorme, de dimensiones extraordinarias), gigantesco (muy sobresaliente), óptimo (que no puede ser mejor), precioso (muy bello o hermoso), horrible (muy malo, muy feo, muy intenso), excelente (que sobresale por sus óptimas cualidades), genial (sobresaliente, extremado, magnífico), estupendo (muy bueno), fatal (absolutamente mal), único (extraordinario, excelente), correcto (libre de errores o defectos, conforme a las reglas).

Los prefijos super, extra, hiper, añaden valor superlativo a sustantivos (hiperactividad, hipertensión), adjetivos (superútil, superamable, superliviano, superfino, superreservado / extralargo, extrafino, extraplano / hipercrítico, hipersensible) o adverbios (superbién).
En el habla popular se suelen utilizar otros prefijos como requete (requeteguapa) o archi (archiconocido).
A veces se añade a los adjetivos un adverbio: extraordinariamente (adverbio) inteligente (adjetivo) / verdaderamente impresionante / increíblemente bella / bien grande / horriblemente difícil / sumamente bueno / sumamente malo…

Otros superlativos, llamados relativos, expresan en el enunciado una comparación de superioridad o inferioridad (destacan una característica dentro de un grupo). Ejemplos: “La ciudad más poblada del mundo”, “Mi hija es la mejor patinadora del equipo”, “El más lento de los autos”, “Es la alumna más inteligente de la clase”.
También el superlativo aplica en algunos adverbios (cerca, cerquísima) o sustantivos con intención de enaltecer (campeón, campeonísimo).
Imágenes: pexels-pixabay, pexels-ketut-subiyanto, pexels-rocketmann-team, pexels-ekaterina bolovtsova. Fuentes: Diccionario Panhispánico de Dudas, Fundéu RAE, RAEConsultas.