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Adjetivos

by | Abr 19, 2021 | Gramática

Los adjetivos y sus tipos

Los adjetivos son palabras que describen a los sustantivos. Indican cualidades, rasgos o propiedades de ellos, es decir, sus características, ampliando sus significados.

Ambas categorías, adjetivos y sustantivos, coinciden en género y número ya sea directamente (“Los sofás amplios cabrían aquí”) o a través de un verbo (“Los sofás son amplios y no cabrían aquí”). A veces los adjetivos acompañan a un sustantivo de otros modos, como en “El bueno de la película” o “Lo mejor de todo…”.

A diferencia de los sustantivos, los adjetivos no tienen género inherente, sino que concuerdan con el de los sustantivos a los que modifican. En cuanto al número, el plural del adjetivo es por concordancia.

Los adjetivos se dividen en dos grupos:

Adjetivos calificativos

Hacen una descripción del sustantivo. Ejemplos: “actitud pacífica”, “niña valiente”, “cojín suave”, “estaba malhumorado”, “presencia magnética”, “mesa redonda”, “perro nervioso”, “persona discreta”, “huyó despavorido”, “hambre atroz”, “uso responsable”, “tiempos remotos”, “agua caliente”, “calle estrecha”, “nube tóxica”… Incluyen a los adjetivos relacionales, que expresan relación o pertenencia (“seno materno”, “equipo policial”, “sustancia química”, “familia aristócrata”, “grupo musical”, “presunto ladrón”, “siguiente camión”…), y a los adjetivos gentilicios, que expresan nacionalidad u origen (“selección mexicana”, “colombiano”, “rusa”…).   

Adjetivos determinativos

Introducen al sustantivo en la oración y pueden ser numerales (“tres días”, “primer lugar”, “dos niños”), posesivos (mi casa”), demostrativos (“aquellos jóvenes”, “esta situación”, “este coche”) o indefinidos (“algunos amigos”, “otro tren”, “ningún arma“, “algún hada“, “mucha hambre“, “poco dinero“…).

Se llama oración adjetiva a la subordinada que cumple la función de un adjetivo. Ejemplo: “Un árbol sano [que tiene salud] crece mejor”. La oración adjetiva sería “Un árbol que tiene salud crece mejor”.

Cómo se escriben…

Un sustantivo con dos adjetivos:

Si son adjetivos relacionales, el primero permanece invariable en su forma masculina singular y el segundo concuerda en género y número con el sustantivo; se unen con guion y se tildan según les corresponda de manera independiente. Ejemplos: “análisis lingüístico-literario, “lección teórico-práctica”, “departamentos técnico-administrativos”. No llevan guion si el primer adjetivo es un elemento compositivo átono que funciona como forma prefija. Ejemplos: “análisis morfosintáctico”, “nivel socioeconómico”, “movimiento anarcosindicalista”.

Si son adjetivos gentilicios, se unen cuando el vocablo del que forman parte expresa fusión (“ascendencia francocanadiense”, “lenguas malayopolinesias”, “cocina italoargentina”) y se separan con guion si lo que se expresa es oposición o complementariedad (“conflicto árabe-israelí”, “guerra franco-prusiana”, “relación México-China”, “Instituto México-Cubano”, “acuerdo mexicano-estadounidense”).

Los adjetivos pueden colocarse de manera pospuesta (“manzana rica”, “experiencia dura”) o antepuesta (“rica manzana”, “dura experiencia”) cuando el significado no se modifica; añade matices de afectividad (“estupendo trabajo”, “maravillosa mañana”), impresionistas (“sombrías nubes”, “bucólico paisaje”) o rítmicas, estéticas o literarias (“Volverán las oscuras golondrinas…”). En otros casos no es recomendable, como en “amigo viejo” o “viejo amigo”, pues el significado cambia.

En cuanto a concordancia, si un adjetivo refiere a dos o más sustantivos de distinto género, lo mejor es escribirlo en masculino plural. Ejemplos: “Lluvia y viento huracanados” o “Tiene los ojos y la piel oscuros”. Y si cada uno de los sustantivos se refiere a un aspecto en específico, el adjetivo puede concordar con el más cercano. Ejemplo: “Pueblos de origen y habla francesa”.

Los colores (rojo, azul, verde, amarillo, gris…) cuando se usan como adjetivos concuerdan con el sustantivo al que acompañan (“bicicletas rojas”, “jarrón azul”…). Los derivados de otros conceptos (púrpura, burdeos, naranja, rosa, violeta, añil, carmesí) suelen escribirse en singular aunque el sustantivo esté en plural (“camisas naranja”, “paredes púrpura”…), aunque en el habla coloquial es más frecuente pronunciarlos también en plural (“cortinas violetas”, “flores rosas”…).

Algunos adjetivos admiten dos formas superlativas, una popular y otra culta. Ejemplos: fuerte, fuertísimo, fortísimo; pobre, pobrísimo, paupérrimo; cierto, ciertísimo, certísimo; reciente, recientísimo, recentísimo; nuevo, nuevísimo, novísimo; lejos, lejísimos, lejísimo…

De acuerdo con la Nueva gramática de la lengua española, cuando la voz “extra“, apócope de extraordinario, funciona como adjetivo y con el significado de “adicional”, es correcto aplicarla tal cual (“horas extra”, “aulas extra”) o en plural (“horas extras”, “aulas extras”).

¿Sostenible o sustentable? Ambos adjetivos son válidos con el sentido de lo “que se puede mantener sin agotar o causar grave daño al medio ambiente”. En México suele preferirse el segundo.

El adjetivo gentilicio de Estados Unidos es “estadounidense”; “norteamericano” puede usarse como sinónimo, pero aplica a todos los originarios de América del Norte, pues los canadienses y los mexicanos también somos norteamericanos. Debe evitarse, en tanto, “americano” como uso exclusivo, pues incluye a todos los habitantes del continente.

Imágenes: pexels-Roman Odintsov, Johannes Plenio, Karolina Grabowska. Fuentes: Diccionario panhispánico de dudas, Diccionario del Español de México, FundéuRAE, Ceneval, Manual de criterios editoriales, Nueva gramática de la lengua española.

¿Qué es la gramática?

Esta rama de la lingüística estudia la estructura del lenguaje o de una determinada lengua; todos sus distintos elementos y combinaciones, la manera en que se relacionan para formar textos y los significados de ellas. Es decir, cómo están constituidos los escritos y el sistema que permite crearlos e interpretarlos.

Comprende dos áreas principales: la morfología (la estructura de las palabras, cómo se han formado, y sus variaciones internas, por ejemplo su clasificación en sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones…) y la sintaxis (la manera en que estas palabras se combinan, su disposición lineal en oraciones y los significados que permiten).

Una correcta sintaxis evita vicios del lenguaje como ambigüedades (frases o interpretaciones que tienen más de una interpretación), cacofonías (repetición exagerada de un mismo sonido en una frase), barbarismos (pronunciar o escribir mal las palabras, o utilizar vocablos impropios), modismos (usar frases hechas cuyo significado no es posible deducir), solecismos (alteraciones en el orden sintáctico), entre otros, a fin de formar expresiones y conceptos claros.

La fonética, por su parte, mediante un alfabeto, ortografía o sistema de transcripción trata de establecer idealmente una relación biunívoca (uno a uno) entre los sonidos del habla y su representación gráfica. Un fonema es representado por un grafema y siempre se manifiesta únicamente por él, aunque hay varias excepciones en el español, como la “h”, que no representa a ningún fonema, pero recientes préstamos de otras lenguas, como “hámster”, la expresan con un sonido aspirado. O el caso del fonema “k”, al que le corresponden tres grafemas distintos, “c”, “q” o “k”, como en “corazón”, “quiosco” o “kilo”. La “x”, en su caso, se pronuncia como “ks” en “taxi”.

En un punto de vista más general, podría decirse que hay tres tipos de gramática: la que por su uso natural conoce cualquier nativo de una lengua; la descriptiva, que no entra en consideraciones de qué es lo correcto o no, sino sólo toma nota de una lengua tal como la usan los hablantes, con todas sus variaciones; y la normativa, de la que hemos hablado más arriba.

Cuando revisa un texto, el corrector de estilo percibe erratas, errores de concordancia, fallas de puntuación, aplica recursos tipográficos, unifica criterios (corrección ortotipográfica), errores de contenido (corrección de concepto, según la temática), aumenta la riqueza del vocabulario, señala vicios del lenguaje y cuida la coherencia y claridad de ideas, la fluidez y el goce de la lectura, siempre respetando la manera de redactar del autor. No es una labor fácil, por ello se requiere de experiencia y conocimiento.

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